… El cura perfecto siempre predica por exactamente 12 minutos: habla con claridad del pecado, pero no le saca a nadie los colores a la cara. Sus sermones son vivos, en lenguaje claro, y consigue imprimirles un tono de originalidad que es el encanto de la congregación.
… El cura perfecto nunca está de vacaciones, ni “en casa de su familia”. Trabaja desde las 8 de la mañana hasta la medianoche, si es necesario, y también sirve como sacristán y campanero.
… El cura perfecto gana un salario modesto y frugal, como corresponde a un ministro de la Iglesia. También se viste con elegancia, lee libros caros, tiene un buen auto –que siempre está dispuesto a prestar, y conducir- y dona 100 dólares semanales para los programas de la congregación. Encima de todo eso, es un tipo bien parecido, que sabe cocinar, tocar el piano, jugar tenis y contar buenos chistes.
… El cura perfecto es un leal amigo del Obispo, confesor del laicado y hermano de todos los demás clérigos de su diócesis. Nunca se involucra en conflictos de poder en la iglesia y, aunque dice lo que piensa, no ofende a nadie, ni se enreda en comentarios poco amables.
… El cura perfecto tiene una energía infinita para ministrar a los adolescentes de la congregación, y pasa una buena parte de su tiempo con los miembros de mayor edad en la comunidad. Siempre sonríe y tiene un rostro amable y convincente, aunque también mantiene un constante sentido del humor que le hacen la adoración de las abuelas y el confidente de los jóvenes. Hace 15 visitas pastorales al día, va al hospital cada semana, y a la prisión todos los meses, y siempre está por la oficina o la iglesia, en caso de que alguien le necesite, “así de pronto”.
… El cura perfecto siempre tiene todo el tiempo del mundo para las reuniones de la Junta Parroquial o de cualquiera de los comités de la congregación. Nunca falta a las reuniones de la comunidad y siempre está ocupado, evangelizando a quienes no asisten a la iglesia.
… El cura perfecto… siempre es “el otro cura”.
Si el cura de su iglesia no llena estos sencillos requisitos que le hemos expuesto más arriba, entonces simplemente re-envíe esta carta a otras 6 parroquias que también estén insatisfechas con su cura. Luego, empaquete al cura de su parroquia y envíelo por correo a la parroquia que encabece la lista. Si todas las parroquias cooperan, en menos de una semana Ud. recibirá 18 643 curas. Uno de esos 18 643 debe ser el cura perfecto que Ud. busca.
¡Tenga fe en esta carta-cadena! Una parroquia se atrevió a no enviar las otras seis cartas, y su cura de siempre regresó en menos de 3 meses.
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