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DIA DE NUESTRAS HERMANAS.
DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER
DIA DEL OTRO 50% DE LA TIERRA
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.Este ocho de Marzo mi salúdo a las niñas,
a las jovencitas,
a las jovencitas,
a las señoras,
a las obreras,
a las obreras,
a mis hermanas indigenas,
a mis hijas.
A las indigentes y excluidas.
Un salúdo a las compañeras
a mis hijas.
A las indigentes y excluidas.
Un salúdo a las compañeras
que viven en nuestra memoria.
Un salúdo y abrazo a todas las mujeres.
Un salúdo y abrazo a todas las mujeres.
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ESA MUJER.
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Esa mujer a quien quise con el alma
yo la recuerdo ahora, porque cuando el sol
se ocultaba o en el árbol líquenes ya no crecían
Ella alrededor del viento, en medio de la bruma
una danza de colibrí me brindaba.
Y cuando las gélidas noches lo corpóreo
me estremecían, Ella con toda la pasión de sus besos
en mi alma fuegos azules encendía.
Como no recordarla,
Si en su adolescencia ya se asomaban los rasgos
de nardos cuyo aroma y colores quedaron guardados
en mi, compartiendo con las estrellas mis noches
y con los pájaros las alboradas.
Años después en nuestros treinta talvez, brevemente
vivimos por amor hechizados, entonces sus brazos
fueron mi prisión y su alma mi santuario.
Como no llorar por ella.
Si cuando me pidió que la olvidara
me relato su pasado,
la pagina trágica de su vida y ella no quería
que fuese también la mía.
Ese día me mostró su alma, viví su dolor y angustia,
mi pena fue grande, la suya era inmensa. Sus ojos
se anegaron de llanto y esto a mi me dolió tanto.
Yo no quise perderla,
le pedí que su vida y la mía empezaran una nueva
y el pasado aunque no lo olvidara con mucho amor
podía ser superado.
Nuestro cielo se cubrió y el color de la soledad se asomó
“No, el amor y la piedad se interfieren.
Tu amor es mi condena y causa a mi alma otra pena”
me respondió.
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yo la recuerdo ahora, porque cuando el sol
se ocultaba o en el árbol líquenes ya no crecían
Ella alrededor del viento, en medio de la bruma
una danza de colibrí me brindaba.
Y cuando las gélidas noches lo corpóreo
me estremecían, Ella con toda la pasión de sus besos
en mi alma fuegos azules encendía.
Como no recordarla,
Si en su adolescencia ya se asomaban los rasgos
de nardos cuyo aroma y colores quedaron guardados
en mi, compartiendo con las estrellas mis noches
y con los pájaros las alboradas.
Años después en nuestros treinta talvez, brevemente
vivimos por amor hechizados, entonces sus brazos
fueron mi prisión y su alma mi santuario.
Como no llorar por ella.
Si cuando me pidió que la olvidara
me relato su pasado,
la pagina trágica de su vida y ella no quería
que fuese también la mía.
Ese día me mostró su alma, viví su dolor y angustia,
mi pena fue grande, la suya era inmensa. Sus ojos
se anegaron de llanto y esto a mi me dolió tanto.
Yo no quise perderla,
le pedí que su vida y la mía empezaran una nueva
y el pasado aunque no lo olvidara con mucho amor
podía ser superado.
Nuestro cielo se cubrió y el color de la soledad se asomó
“No, el amor y la piedad se interfieren.
Tu amor es mi condena y causa a mi alma otra pena”
me respondió.
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Un tributo de Marcos Castillo, poeta
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